Comarca mínima

Hace exactamente una semana, terminaba la décima sexta edición de Filuc, y con ella el correcorre y el trajín de nueve intensos días, colmados de libros, sonrisas y conocimiento. La Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo se ha convertido (como mucha gente así lo confirma) en uno de los eventos más esperados del año. En este sentido, la Filuc de este 2015 se vio impregnada de esa vibra especial que invita a salir adelante pese a las circunstancias-país; quienes allí nos visitaron sintieron que el esfuerzo y la tarea de sacar adelante una feria de libro de semejante envergadura, era más que un simple compromiso que sobrevolaba un esfuerzo meramente académico. Así pues, mostraré durante varios días una parte de este esfuerzo filucista, que más allá de las adversidades, brilló con la luz necesaria para mantener, durante nueve días, el optimismo de quienes hacemos vida dentro de este peculiar recinto ferial. Por ello, empezaré indicando la presencia del estudioso,

Y llegó octubre y con él el evento más esperado del año en la región central del país: la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo, FILUC, que este año, del 10 al 18 de octubre de 2015, arriva a su décima sexta edición. Por ello, he querido compartir la programación que este año, viste de gala las letras nacionales. El país invitado en esta oportunidad es Perú, país que cuenta con una tradición literaria muy fructífera y conocida en el continente. Y que ha ofrecido al mundo una vasta cultura prehispánica, así como importantes aportes a las letras hispanoamericanas. Nombres como el Inca Garcilaso de la Vega, gran cronista de Indias; José María Eguren y César Vallejo, poetas de tradición; y autores contemporáneos de la talla de Mario Vargas Llosa (Premio Nobel de Literatura 2010); Alfredo Bryce Echenique y Carlos Germán Belli, entre otros, dan fe de esta tradición. En la programación académica y cultural de la Filuc contaremos con la participación de los

Foto: Daniel Mordzinski En una entrevista a Gabriel García Márquez realizada por Plinio Apuleyo Mendoza, el Gabo cuenta una pequeña historia sobre un recuerdo muy particular de París. Esa ciudad que deslumbra y sorprende a más de uno, dejó en el autor colombiano, al menos en ese momento, un sabor de ausencias, miserias, y algo de desventuras xenofóbicas, en las que confiesa haber vivido un tiempo y el escenario es esa ciudad que a veces parece encandilar al mundo. Ahora bien, lo importante, al menos para mí, no es si París es o no esa ciudad que nos pinta el Gabo; sino la belleza con la que así describe el momento de toparse con alguien que quizá vivía una desventura mayor a la de él; que la imagen de aquel hombre en una ciudad desocupada, detenida, dibujaba el instante en el que, seguramente, tuvo la certeza de que los infortunios no tienen sentido de la exclusividad. Y que no tienen excepciones ni siquiera en una ciudad como París.